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El proceso evolutivo del Alma



La naturaleza del universo nos enseña que nada es inmutable; todo se encuentra en un flujo perpetuo, transformándose sin cesar. Esta danza constante no solo se manifiesta en el mundo externo, visible en cada amanecer y atardecer, sino también en las profundidades de nuestro propio Ser.


Más allá de las diferencias regionales del mundo, compartimos características muy similares en el torbellino de la existencia, enfrentando desafíos y superando obstáculos.


Sin embargo, la reflexión más profunda y transformadora que podemos sentir de esta aventura de la vida es la de la gratitud. Agradecer por todo lo que poseemos, por el aliento de vida, por el cuerpo y la mente que habitamos, por las experiencias de nuestra historia y por la presencia de quienes nos rodean. Expresar un "gracias" a la vida con más regularidad, ofrecer un abrazo a un ser querido, es una medicina natural maravillosa que nos nutre y conecta. Esto nos ayuda a tomar las cosas con más calma, con los pies más en la Tierra.


Los tiempos inevitablemente cambian, pero nuestras ideas, recuerdos y vivencias se entrelazan en el diario vivir de forma sutil. Escuchar nuestra guía interna, nuestra consciencia, requiere espacios de desapego, reflexión y entendimiento, que nos orienten a la verdadera esencia del Alma; ese Yo superior que trasciende las limitaciones del ego, que guía y se manifiesta atraves de la intuición, la calma interior, las certezas de las decisiones, la claridad y la paz interna, aceptando los desafíos como oportunidad de crecimiento existencial formando la esencia de lo que somos.


La vida es un proceso dinámico, donde cada experiencia de nuestra existencia está en un flujo perpetuo de aprendizaje continuo. Nada permanece estático; el tiempo y las circunstancias redefinen y remodelan todo lo que existe. Desde los ciclos infinitos de la naturaleza hasta la evolución de nuestras relaciones, la esencia misma de la vida es el cambio continuo. Un recordatorio constante de fluir con la vida es abrazar la plenitud de nuestra experiencia, la introspección y la expansión de nuestra conciencia.


La vida no se trata de una lucha externa contra las circunstancias, sino de un profundo proceso interno de autoconocimiento y transformación. Nos convertimos en los alquimistas de nuestra propia existencia, transmutando el plomo de la dificultad en el oro de la sabiduría.


Todo cambio y transformación comienza con la guía interna de la concsciencia con reconocer la dificultad sin negarla ni huir de ella, ver cómo es nuestra reacción y a partir de ahí gestionando correctamente nuestras acciones, evaluando nuestra interpretación de los acontecimientos.


Cuando observamos nuestras reacciones, nuestros miedos y nuestras limitaciones desde una perspectiva superior desapegada, empezamos a ver que no somos nuestras emociones terrenales ni nuestros pensamientos, sino la consciencia que los presencia en el cuerpo que habita. La observación desapegada nos libera de la reactividad.


Desde esta perspectiva, un objetivo difícil no es un abismo en el cual caemos, sino desafíos de evolución, escaleras de crecimiento existencial que nos fuerzan a elegir un camino de crecimiento. La consciencia cósmica universal, a la que a menudo nos referimos como Dios, el Uno o la Fuente, no es una entidad que nos juzga, sino la inteligencia que sustenta la existencia, invitándonos a alinearnos con el flujo creativo que hay en nosotros.

Al conectar con esa consciencia superior, nos damos cuenta de que poseemos una reserva inagotable de resiliencia y creatividad.


Hay cosas que pueden depender de lo que hacemos y generamos, y otras no. La aceptación no es resignación, sino el reconocimiento de lo que es. Una vez que aceptamos la realidad de la situación, podemos asumir la responsabilidad de nuestra respuesta.


No podemos controlar lo que nos sucede, pero siempre podemos controlar cómo reaccionamos ante cualquier evento. Se trata también de liberar la carga de las espectativas creadas. Los grandes desafíos o situaciones abrumadoras pueden generar un desgaste interminable. Encontrar los caminos correctos, es alinear los pensamientos con una intención coherente.

Nuestro cerebro funciona mejor cuando desglosamos las tareas en pasos manejables. Tendemos a mezclar, y eso nos confunde. Cuando nos enfocamos correctamente, le podemos dar a cada situación la energía correcta. Cada pequeño paso completado promueve la capacidad de creer en nosotros para superar cualquier obstáculo, creando un circuito positivo que nos impulsa hacia adelante.


Hemos de cultivar una mente fuerte, flexible y adaptativa. La fortaleza mental, lejos de ser rigidez, implica flexibilidad y entendimiento. Es la capacidad de adaptarse, de aprender de los errores y de reorientar el rumbo cuando sea necesario.


Esto implica un diálogo interno constructivo, donde nos convertimos en nuestro propio terapeuta evolutivo, animándonos y aprendiendo de los acontecimientos con compasión.


Incluso en las circunstancias más extremas, tenemos la libertad de elegir nuestra actitud ante la adversidad. La perspectiva de la gratitud y el propósito en medio de la dificultad, elegir cómo queremos sentirnos es nuestra facultad, no la de alguien más.


Podemos siempre ver lo positivo en cada situación, practicar la gratitud diaria, incluso por las heridas que nos trae el desafío, y elevar nuestra vibración como un acto de soberanía. Conectar con un propósito superior nos da la energía, claridad y dirección necesarias para persistir en el camino correcto.


Cuando el propósito de superación personal es el mismo sentido de vida, el obstáculo es correctamente interpretado, y el camino se ilumina. Al final, superar objetivos y situaciones difíciles no es solo lograr una meta o salir de un acertijo, es la evolución del Alma.


Cada obstáculo es una oportunidad para encender esta energía del diamante interior, para descubrir capas de fuerza, sabiduría y compasión que no sabíamos que poseíamos. Es un camino de regreso a nuestra esencia, a ese Ser ilimitado que reside dentro de nosotros, conectado con la conciencia universal. Nos recordamos a nosotros mismos que somos seres en constante crecimiento, capaces de trascender cualquier límite impuesto, ya sea por las circunstancias o por nuestra propia mente.


Este es el proceso evolutivo del Alma.



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Mensaje canalizado por Julio César Singlan desde seres de luz que iluminan nuestro camino. Editado por Premjeet / Amor Completo.



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