
Uno de los dolores más profundos que podemos experimentar es el dolor al rechazo.
El ser humano, desde los principios mismos de la evolución, ha vivido en comunidad. Somos los mamíferos más dependientes desde que nacemos hasta que podemos autoabastecernos.
Es ese miedo intrínseco de ser desterrado del clan lo que produce un dolor muy grande que nos hace difícil de sobrellevar la vida.
El dolor del rechazo con el que cargamos muchas veces sin darnos cuenta, por lo general es una herida que viene desde nuestra infancia.
Ahí es donde generamos nuestras primeras interrelaciones con nuestro entorno, nuestros progenitores, y los aprendizajes que vamos adquiriendo de esos vínculos tan íntimos y afectivos. Tus características principales se forjan allí, dando forma a tu perfil, y a la cualidad del relacionamiento social en el presente.
La forma en la cual nos relacionamos tiene aspectos de conexiones con nuestras virtudes y sombras, sin darnos cuenta que esas situaciones de dolor que quedaron guardadas en algún lugar, condicionan el presente, y el miedo a revivirlas, a atravesarlas, puede afectar negativamente la percepción de la realidad.
Todo está relacionado a nuestro subconsciente, nuestra matriz emocional. Nuestros instintos básicos de percepción de miedo y estrés, generan una rápida acción de lucha y huida; una percepción fisiológica natural, algo intuitivo que en su principios fue un mecanismo de sobrevivencia. Hoy es una respuesta automática en situaciones cotidianas de mayor o menor incidencia, pero que pueden generar estrés y el no actuar con la claridad necesaria.
Por eso es importante tener en cuenta que cuando algo nos interpela, esa situación nos está enseñando algo de nosotros mismos que tal vez no logramos distinguir.
Y a veces, estar bloqueados en ciertas áreas nos impide fluir con el flujo de la abundancia de la vida, pues es importantísimo atravesar el repaso de las situaciones de dolor o rechazo por las que hayamos tenido que vivir, comenzar un camino de autoexamen, entendimiento, comprensión y perdón; paseos estos fundamentales para trascender nuestras propias limitantes.
Reparar nuestras carencias emocionales, darles luz, es un lugar fértil para germinar nuestra valoración y crecimiento. Un trabajo interno de superación, es el valor de reconocernos en nuestra fortalezas y debilidades. Un camino de empoderamiento, alimentando nuestra energía con pensamientos críticos analíticos y neutrales, en lo posible superando los desafíos y poniendo foco en nuestra propia exploración. Un objetivo constructivo y coherente de expansión y aprendizaje.
Podemos utilizar estos desafíos como una oportunidad de superación para conocernos mejor, ser mas resilientes, y sentir ese amor propio en equilibrio emocional, sin miedo al rechazo.
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Mensaje canalizado por Julio César Singlan desde seres de luz que iluminan nuestro camino. Editado por Premjeet / Amor Completo.
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