top of page

Dragón Interior

ree

Nuestro ego es como un dragón, una criatura simbólica imponente de poder bruto y fuerza indomable. Su tamaño, su capacidad de volar y su aliento de fuego lo convierten en una representación simbólica de una fuerza natural e imparable en nosotros.


Desde ese poder podemos superar obstáculos y entender la vida, pero también si no lo controlamos, podemos desconectarnos, perder claridad mental o la comprensión de una situación, equivocando procesos o actuando con una intensidad abrumadora que se vuelve invasiva, perder el eje, pretendiendo que las cosas sean como las concebimos.


Aquí es donde surge la tensión entre nuestros impulsos internos y las demandas del entorno, destacando la necesidad de dominar nuestras propias fuerzas internas, buscando un equilibrio entre nuestras ideas y las de los demás en experiencias compartidas, en estados emocionales sanos y completos.


Nuestras vidas son percibidas por la forma en que reaccionamos a nuestro entorno, interpretando el mundo cada día. Nuestra identidad es creada a lo largo de las experiencias vividas.


Esta percepción puede ser un acto consciente, realizado en presencia y calma, o una reacción automática a los estímulos que nos rodean. Esta última es la forma más común en nuestra sociedad actual, definida por la inmediatez, las demandas externas y un torrente incesante de información. Como resultado, nuestra atención se ve constantemente arrastrada hacia el exterior, manteniéndonos en un estado de perpetua expectativa, fuera de nuestro eje interno.


Un gran número de personas navega por su día a día sin detenerse a considerar las características de sus pensamientos, emociones o reacciones. Es como si viviéramos en piloto automático, impulsados por las corrientes externas sin un ancla interna, sin dejar espacio a nuestra guía interior. Juzgamos todo a nuestro alrededor, invirtiendo atención, tiempo y energía en cosas que no dependen de nosotros y tal vez nada tampoco podamos hacer por ellas.


Nuestros sistemas socioculturales están diseñados para la utilidad y eficiencia del ser humano. Estamos programados para ser productivos y funcionales en el sistema. Nosotros estamos dentro del sistema, basándonos en experiencias pasadas, siguiendo un flujo social como verdadero. Si bien esto es útil para tareas rutinarias, también es necesario reconocer nuestra identidad con una visión mayor, una nueva perspectiva más amplia y universal, y no adoctrinada por el sistema sin un verdadero discernimiento consciente.


Este ciclo de reacción constante donde somos vulnerables y nuestro poder lo ponemos en manos externas, refuerza patrones negativos que nos mantienen atrapados en respuestas automáticas, reaccionando, frustrándonos y desaprovechando años y años de nuestras vidas en heridas emocionales de vacío y falta de sentido, impidiéndonos desarrollar una comprensión más profunda de nosotros mismos, y reconocer nuestro verdadero valor y significado.


Es por ello la importancia de la pausa reflexiva, la meditación o la introspección. Tenemos la capacidad de la superación evolutiva y de interrumpir los ciclos negativos.


Detenernos un instante y observar: ¿Cómo nos sentimos? ¿Cómo es nuestra respiración? ¿Qué características tienen nuestros pensamientos? ¿Cómo están mis emociones? Y crucialmente, preguntarnos: ¿Estoy haciendo algo al respecto? o simplemente me dejo llevar por la marea de la sociedad?


Esta pausa reflexiva es el primer paso hacia una percepción consciente. Desde una perspectiva psicológica de autoayuda, cultivar esta observación es identificar nuestros patrones, reconocer cómo ciertos eventos desencadenan pensamientos o emociones específicas.


Se trata de desarrollar la autoconciencia: comprender nuestras propias necesidades, valores y límites. Tomar el control, pasar de la reacción automática a una respuesta más considerada y alineada con nuestros verdaderos deseos. Reducir el estrés; al no estar constantemente a merced de los estímulos externos, se puede encontrar un mayor equilibrio interno, integrando la consciencia en la vida diaria.


Integrar la consciencia en nuestra vida diaria no requiere de grandes gestos, sino de pequeñas y constantes interrupciones en el flujo de la automaticidad. Puede ser tan simple como tomar tres respiraciones profundas antes de responder a un correo electrónico, o notar cómo se siente el agua en nuestras manos mientras lavamos los platos.


Estas micro-pausas nos brindan la oportunidad de reconectar con nuestro interior y elegir cómo queremos percibir y responder al mundo. Al hacerlo, no solo moldeamos nuestra percepción, sino que también transformamos la calidad de nuestra experiencia vital.


Nuestras vidas son, en esencia, la suma de nuestras percepciones. No es tanto lo que nos sucede, sino cómo lo interpretamos, lo que define nuestra experiencia. En la vorágine de la vida moderna, donde la inmediatez y la sobreestimulación dictan el ritmo, es fácil caer en el piloto automático. Nos vemos arrastrados por las corrientes externas, reaccionando instintivamente sin detenernos a comprender la raíz de nuestros pensamientos o emociones. Esta reactividad constante nos aleja de una conexión profunda con nosotros mismos, impidiéndonos tomar las riendas de nuestra propia narrativa.


Sin embargo, la posibilidad de elegir siempre está ahí. Podemos optar por una vida de presencia y calma, donde cada respiración y cada pensamiento son observados con atención plena. Esta pausa reflexiva, ese instante de auto-observación, es un acto de valentía y el primer paso para recuperar nuestro poder. Al indagar en cómo nos sentimos, cómo respiramos, qué pensamientos nos atraviesan, comenzamos a desentrañar los patrones que nos rigen. Es fundamental desarrollar nuestras propias herramientas para cultivar nuestra sabiduría y pasar de ser meros reaccionadores a ser creadores conscientes de nuestra realidad.


Se trata del despertar de nuestro dragón interior: Poder, Sabiduría y Transformación.


Para profundizar en esta reflexión, podemos invocar al poderoso simbolismo del dragón. Esta criatura mítica no es solo un adorno cultural; es un arquetipo que resuena profundamente en nuestra psique.


El dragón encarna el poder y la fuerza que yace latente en cada uno de nosotros. Ese poder no es solo físico, sino también la capacidad de tomar decisiones conscientes, de no dejarnos arrastrar por la inercia social o las exigencias externas. Es la fuerza para detenernos y observar, en lugar de reaccionar impulsivamente.


Además, el dragón es un símbolo de sabiduría y conocimiento antiguo. Esta sabiduría se manifiesta cuando nos atrevemos a mirar hacia nuestro interior, a comprender el origen de nuestras emociones y pensamientos. Es un conocimiento que no se adquiere en libros, sino a través de la autoexploración y la introspección. Al igual que el dragón guarda tesoros, nosotros resguardamos verdades profundas sobre quiénes somos y qué queremos.


Pero el dragón también puede representar la destrucción de nuestros miedos internos y esos patrones arraigados que nos mantienen cautivos: aquellos instintos y reacciones automáticas que nos impiden crecer. Enfrentar a nuestro "dragón interior" implica reconocer y trabajar con estas fuerzas, en lugar de huir de ellas.


Finalmente, el dragón nos habla de transformación y cambio. Así como el dragón muda su piel o se eleva de la tierra al cielo, nosotros tenemos la capacidad de transmutar nuestra forma de percibir y de vivir. Cada vez que elegimos la consciencia sobre la reacción, estamos llevando a cabo una pequeña pero significativa metamorfosis personal. Estamos protegiendo nuestra paz mental y cultivando una conexión más profunda con nuestro Ser.


En definitiva, la invitación es a encarnar la sabiduría y la fuerza del dragón: ser lo suficientemente poderosos como para detener la marea de la inmediatez, lo suficientemente sabios como para observar nuestro mundo interior, y lo suficientemente valientes como para transformar nuestra percepción. Es en esta alquimia interna donde reside la verdadera libertad y el camino hacia una vida plenamente vivida.




...

Mensaje canalizado por Julio César Singlan desde seres de luz que iluminan nuestro camino. Editado por Premjeet / Amor Completo.



Comentarios


© 2035 Creado por Trotamundos con Wix.com

Suscríbete para recibir nuevos mensajes de luz:

Gracias!

bottom of page