Tenemos un cuerpo, una mente y un espíritu creados de la conjunción de la energía femenina y masculina.
Desarrollamos nuestra historia, que es nuestro recorrido en el tiempo espacio de nuestras vidas.
Crecimos en un hogar al amparo de nuestros progenitores. Buscamos en cada acción la validación de otros, porque creímos fundamental sentirnos apoyados y respaldados por opiniones ajenas a nosotros, que justificaban nuestras propias ideas.
Es también este factor el que nos da fuerzas o nos debilita, nos empodera o nos disminuye.
Desde nuestro primer aliento, dependimos de que alguien nos cuide y proteja. Es en el núcleo familiar donde nos dieron guías e instrucciones de lo que está bien y lo que no. Un sinfín de buenas intenciones, que también dependerán del trato y la matriz de formas de enseñanza por las cuales creamos una identidad propia.
Accedemos en mayor o menor medida a satisfacer las demandas de nuestros progenitores, más allá de alguna que otra queja.
A medida que vamos creciendo, comenzamos a desarrollar una identidad propia, libre de condicionamientos e influencias.
Con la adolescencia nuestro mundo se amplifica y surgen múltiples experiencias.
Nuevas formas de relacionarnos, amigos parejas, sociedad... una energía en ebullicion natural propia de la edad. Son los años de los primeros amores y aventuras sin fin.
Con una energía volátil y efervescente, vamos descubriendo todo un mundo de experiencias. En ese contexto, seguimos moldeando nuestro propio concepto de autopercepción.
Cómo nos vemos? En realidad lo hacemos desde la mirada ajena de cómo nos ven desde afuera, en todo ese mundo de relaciones.
A medida que vamos madurando, encontramos características que en realidad es posible moldear para mejorar nuestro presente. Nos vemos desde una perspectiva más amplia, más allá de los conceptos preestablecidos, de aquellas influencias, y damos paso a encontrar nuestro propio camino.
En esta nueva etapa, podemos identificar nuestras luces y sombras, practicar el desapego de lo que ya conocemos de nosotros mismos, y adquirir la sabiduría que en nosotros reside... conexiones desde tu supraconciencia donde todo lo Es.
Todo el conocimiento está en la conexión con tu propio Ser, más allá del cuerpo y mente que te dan identidad física en un espacio-tiempo.
Somos mucho más que eso que vemos.
Somos Todo.... la misma evolución de absolutamente todo lo que existe desde una misma fuente.
En ti está la fórmula de encontrar tu propio paraíso aquí en la Tierra y más allá.
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Mensaje canalizado por Julio César Singlan
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