Encontrar nuestro propósito y misión es fundamental para lograr una completud de vida.
Más allá de las situaciones circunstanciales, es posible que haya algo más importante que está por sobre eso.
Dedicar un tiempo para ayudar o ser solidario con quien lo necesite, es ayudar a sanar a esas personas y es sentirnos que llenamos nuestro corazón de luz y amor.
Lo que haces por alguien, lo haces por ti también. Todo en el universo es recíproco: lo que das, vuelve. Lo que ofreces, se te ofrece, ya sea una ofensa o un elogio; desde lo más simple hasta la más amplia gama de acciones.
Regalar una sonrisa, ofrecer un abrazo... son cosas tan simples pero tan importantes, tan reparadoras.
Elevar tu frecuencia energética te permitirá conectar con las bendiciones más especiales y bonitas del universo.
Las almas están deseosas de que puedas amar, disfrutar, bailar y sonreír con la inocencia y dicha de un niño...
Para alcanzar ese estado, es también necesario pasar por todos los procesos que estamos experimentando en nuestro paso por la vida.
Hay una línea de tiempo desde que nacemos, pasando por múltiples sentires, hasta que nuestro cuerpo y mente llega a su hora final.
En nuestra infancia, el propósito era jugar todo el tiempo, sin preocupaciones. Pero a medida que crecimos, dejamos ese estado y crecemos en responsabilidad y protagonismo. Ya con una identidad formada, creemos en el mundo como ilusiones y espectativas creadas...
Es en el tramo final, es cuando lo vemos todo de una manera más amplia a través de todos los aspectos de la vida: niñez, adultez y vejez, son tres estados básicos que forman nuestras historias de vida, que nos dicen mucho sobre cómo interpretar la vida misma.
Las habilidades que vamos adquiriendo, son las que nos ayudan a crear fortalezas. Desde las experiencias, crecemos. Desde las adversidades y obstáculos, aprendemos y nos superamos. Estas son necesarias para convertirnos en mejores personas y tener una comprensión más amplia. Son como herramientas que al entender cómo funcionan, nos permite crear con ellas ese mundo que anhelamos.
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Mensaje canalizado por Julio César Singlan